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La importancia del granallado y chorreado antes de aplicar un recubrimiento

El proceso de preparación de superficies es un pilar fundamental en la industria de los recubrimientos metálicos y los tratamientos de superficie. Antes de aplicar cualquier tipo de acabado desde pintura en polvo hasta cromado o recubrimientos cerámicos, la superficie debe estar libre de impurezas, óxido, residuos y contaminantes que puedan comprometer la adherencia y la durabilidad del recubrimiento final. En este contexto, el granallado y el chorreado de arena (u otros abrasivos) se han convertido en técnicas esenciales para asegurar la calidad y la resistencia de los acabados superficiales.

A continuación, se profundiza en la relevancia de estos procedimientos, se destacan sus diferencias y se explican las razones por las que el granallado y el chorreado son clave para obtener resultados óptimos en proyectos de recubrimientos industriales.

Un vistazo a los procesos de granallado y chorreado

En términos generales, tanto el granallado como el chorreado consisten en proyectar partículas abrasivas a gran velocidad contra una superficie metálica para eliminar óxido, pinturas anteriores o residuos. La principal diferencia radica en el tipo de abrasivo utilizado y en el objetivo que se persigue con cada técnica:

  • Granallado: Emplea partículas metálicas (granalla de acero o hierro) que impactan la superficie para limpiarla y, en ocasiones, mejorar sus propiedades mecánicas, como la resistencia a la fatiga.
  • Chorreado: Suele usar abrasivos como arena, microesferas de vidrio o escoria de cobre, orientados a eliminar impurezas y conseguir un perfil de rugosidad adecuado.

Ambos métodos, ejecutados correctamente, permiten que la superficie quede preparada para la aplicación de recubrimientos anticorrosivos, pinturas, barnices o cualquier otro acabado superficial.

¿Por qué son tan importantes en los tratamientos de superficie?

Máxima adherencia
El objetivo primordial de un pretratamiento como el granallado o el chorreado es mejorar la adherencia del recubrimiento posterior. Cuando la superficie metálica presenta restos de óxido, pinturas antiguas, grasas o suciedad, el acabado no se fija adecuadamente, lo que se traduce en menor resistencia a la corrosión y mayor probabilidad de desconchados.

Eliminación de impurezas
Con el tiempo, los metales tienden a oxidarse o a acumular sustancias que alteran su estructura superficial. El granallado y el chorreado actúan como una limpieza profunda, eliminando cualquier rastro que pueda interferir en la calidad final del recubrimiento.

Perfil de rugosidad óptimo
La rugosidad generada por estos procesos favorece una mayor superficie de contacto, lo que garantiza una adherencia superior del recubrimiento y, en consecuencia, una mayor durabilidad y resistencia a la corrosión.

Beneficios adicionales de granallar y chorrear

Además de preparar la superficie, estos procesos ofrecen ventajas adicionales:

  • Homogeneidad en la limpieza: Llegan a áreas de difícil acceso (hendiduras, esquinas o recovecos), garantizando una limpieza uniforme y evitando zonas desprotegidas.
  • Mejora mecánica: En el granallado con partículas metálicas (shot peening), se induce un endurecimiento superficial que aumenta la resistencia a la fatiga, esencial para componentes sometidos a tensiones cíclicas.
  • Rapidez y eficiencia: Son más veloces y eficientes que métodos químicos de decapado o lijado manual, lo que reduce costos y acelera la producción o mantenimiento industrial.

Sectores que más aprovechan estas técnicas

Diversos sectores se benefician del granallado y el chorreado:

  • Industria naval y offshore: En buques, plataformas y puertos, estas técnicas eliminan sales, algas y óxido marino, preparando la superficie para recubrimientos anticorrosivos.
  • Automoción: Se usan para limpiar chasis, carrocerías y componentes antes de aplicar tratamientos anticorrosivos, garantizando un acabado uniforme y duradero.
  • Construcción y obra civil: Puentes, torres y barandillas metálicas se benefician de una preparación profunda que asegure una adhesión perfecta del recubrimiento final.
  • Mantenimiento industrial: La rehabilitación de maquinaria y equipos metálicos depende en gran medida de un pretratamiento efectivo que devuelva a la pieza su estado óptimo.

¿Qué considerar al elegir un método u otro?

La elección entre granallado y chorreado dependerá de varios factores:

  • Tipo de metal y estado de la pieza: Algunas superficies pueden requerir abrasivos menos agresivos o parámetros específicos para evitar daños.
  • Resultado deseado: Si se busca mejorar la resistencia a la fatiga mediante compresión superficial, el granallado con granalla metálica es preferible.
  • Infraestructura disponible: El granallado generalmente se realiza en cabinas o salas especializadas, mientras que el chorreado ofrece mayor flexibilidad.
  • Normativas ambientales: Es importante considerar el impacto de los abrasivos y cumplir con las normativas de salud y seguridad.

Mitos comunes sobre el granallado y el chorreado

Existen ciertos mitos que es necesario aclarar:

  1. “Son procesos intercambiables”:
    Aunque ambos se usan para limpiar y preparar, no siempre se pueden sustituir; el granallado emplea partículas metálicas y puede afectar ligeramente la superficie, mientras que el chorreado es más versátil.
  2. “Siempre dejan la superficie muy rugosa”:
    El nivel de rugosidad depende del abrasivo, la presión y el tiempo de exposición. Existen opciones, como el uso de microesferas de vidrio, que proporcionan un acabado satinado sin excesiva rugosidad.
  3. “Se pueden realizar sin protección”:
    Ambos procesos generan partículas en suspensión, por lo que es imprescindible el uso de equipos de protección adecuados (mascarillas, gafas, cabinas de chorreado) para salvaguardar la salud del operario.

Pasos clave para un pretratamiento exitoso

Para garantizar un recubrimiento de alta calidad, se deben seguir ciertos pasos:

  • Evaluación de la pieza: Determinar el grado de corrosión, contaminantes presentes y la geometría de la superficie.
  • Selección del abrasivo: Elegir entre granalla metálica, arena, microesferas u otros según la finura y dureza requerida.
  • Control de parámetros: Ajustar la presión, la distancia de proyección y el ángulo para obtener una limpieza uniforme.
  • Inspección post-proceso: Verificar la limpieza y rugosidad alcanzadas, utilizando herramientas de medición si es necesario.
  • Aplicación inmediata del recubrimiento: Es recomendable aplicar el recubrimiento final lo antes posible para evitar la reoxidación de la superficie.

El valor añadido en la cadena de recubrimientos

Cuando se integran adecuadamente en el proceso de recubrimiento, el granallado y el chorreado ofrecen un valor añadido considerable. Una superficie bien preparada garantiza que el recubrimiento final se adhiera de manera óptima, prolongando la vida útil del producto y reduciendo la necesidad de retrabajos o mantenimientos prematuros. Este enfoque no solo mejora la calidad del acabado, sino que también optimiza los costos a largo plazo en industrias con altos requerimientos de durabilidad.

Conclusión

El granallado y el chorreado son pasos esenciales que marcan la diferencia entre un recubrimiento superficial y uno verdaderamente duradero. Al eliminar impurezas, establecer el perfil de rugosidad ideal y preparar la superficie para una óptima adhesión, estos procesos aseguran que el recubrimiento final alcance los más altos estándares de protección y estética.

Si buscas maximizar la calidad y resistencia de tus acabados industriales, contar con un pretratamiento adecuado es fundamental. Nuestro equipo de expertos está listo para asesorarte en la selección y ejecución del proceso de granallado o chorreado que mejor se adapte a tus necesidades. ¡Contáctanos para recibir asesoramiento personalizado y descubre cómo podemos ayudarte a optimizar tus tratamientos de superficie para obtener resultados excepcionales!

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